20/04/2017

Funcionan como medio de comunicación, para relacionarnos con amigos desde la distancia o para conocer de nuevos, como barra de bar virtual, entre otras funciones. La idea básica es fácil, interactuar. Intercambiar información. Mujer la sensación, a veces, que cualquier cosa que se escribe en ellas se magnifica. Cualquier comentario en una cafetería o una barra de bar es efímero, entre amigos, y tiene la trascendencia que tiene. En las redes, no. Y esto es bueno. El problema viene con dos características que aparecen en el uso de las redes sociales: la credibilidad y la falta de respeto.
Cada cual suele interactuar y leer, mayoritariamente, con sus amigos, sus afines, sin importar la credibilidad de aquello que lee. Es difícil elegir qué es cierto, que no lo es y que no es ni una cosa ni la otra. No importa la credibilidad del mensaje, si es falso, la pelota ya está en el tejado del calumniado y el trabajo es suyo para defenderse. Los debates son difíciles que sean reales sin espacio ni tiempo adecuado para razonar. La mínima esencia del debate.
Por otro lado, las redes sociales se han convertido en una buena forma de comunicar aquello que queremos. Han ganado un protagonismo inimaginable hace unos años en la vida de los representantes políticos. Información al instante, sin intermediarios, interacción directa. Y ahí tenemos una herramienta de doble filo. Uno positiva: sirve para informar y replegar información directamente. Otra que supone un problema ya cotidiano: comentarios malintencionados a mensajes malentendidos o directamente a mensajes con los cuales no se está de acuerdo. ¿Todo vale en el muro de un personaje público? El hecho de servir de medio de comunicación para nuestras políticas, ¿da vía libre a otras que con desprecio y desconsideración responden, sistemáticamente, a nuestros mensajes? Creo que es evidente que no. Desgraciadamente, en la práctica, ya he dicho que es cotidiano. Todo no vale.
Nosotros, los representantes políticos tenemos que dar ejemplo. Hace falta respetdo, mucho más respeto en las redes sociales. En todas las direcciones, respeto multidireccional. No tenemos que caer en provocaciones, no tenemos que cometer errores evidentes no forzados y tenemos que esperar que nadie se lo cojo con papel de fumar por cualquier comentario, enlace o fotografía que publicamos. A no ser que el mensaje importo muy poco al indignado en cuestión y el que realmente le importo sea desgastar al emisor. Que es el que suele pasar.